21 jun 2011

Cover me

No hay forma de que hayas escapado al alcance de esta canción. Si eras púber, adolescente o boludo (?) seguramente escuchabas los 40 principales. En ese ranking, de dudosa rigurosidad, la canción que aquí se presenta anduvo primereando por varias semanas. No hubo espacio en cual no se haya reproducido: cumpleaños de quince, casamientos, compromisos, noviecitos granulados con ganas de ponerla y demás eventos donde el sexo femenino era destino de halagos, promesas o, sencillamente, sinceras e inocentes demostraciones de amor.

Si no eras adolescente, ni un boludo ni un veinteañero empedernido (que engloba las dos primeras condiciones) seguramente eras de más de 25, coqueto, te gustaban los jeans Club Ken y las camisas Tavernity -un grasa, resumiendo-. La cuestión es que también escuchaste esta canción en el cine, cuando veías a Hugh Grant y te desopilabas con él en Cuatro Bodas y un funeral. Claro, eras un infeliz que soportaba 120 minutos de Comedia-Romántica sólo para terminar horizontalmente. Todos sabemos que pensabas en fútbol, en Huracán, en Talleres de Córdoba y en la cara de Irusta.

Por si te olvidaste de la canción, te la rememoramos:

Hasta acá todo bien, pero, como nos pasa generalmente con las mujeres, alguien ya anduvo por ahí. La canción no es de ellos, sino de un tal Reg Presley, quién escribió la letra hace 45 años (bueno, en rigor de la verdad faltan algunos meses todavía). Para ese entonces el bueno de Reg integraba The Troggs, una banda desconocida para muchos de nosotros. De aquellos años, mediados y fines de los 60, además de la dualidad Beatles/Stones hemos heredado grandes bandas como The Kinks, The Animals, The Yardbirds y demás, aunque poco se sabe al respecto de The Troggs.

A estos muchachos no les debemos nada, quizás, incluso, hemos ganado vida para nuestros tímpanos, pero no podemos dejar de reconocerles el mérito.


El propósito del Post no es mandar al frente (?) a los Wet wet wet, está claro que ésto es una versión manifiesta; por el contrario, la idea es descubrir o re descubrir canciones que tenemos relacionadas a un artista, cuando en realidad no lo son. Es asombroso cómo, a lo largo de la historia de la música, numerosos hits quedan relacionados como propios de un artista que los interpreta y no de quien es, además de intérprete original, creador de la canción. Un caso emblemático en Latinoamérica es Armando Manzanero, feo y petiso (?), pero le ha dado de comer a muchos de los músicos más reconocidos, desde Luis Miguel hasta Paulina Rubio. Incontables personas con daño cerebral repiten hasta el hartazgo canciones de Alejandro Fernández -con su gran voz, hay que reconocerlo- desconociendo por completo quién fue el cerebro tras esa melodía. Claro, lamentablemente el cerebro de esas canciones, Manzanero, es lo más parecido a Deep Roy, uno de los actores fetiches de Tim Burton, por eso no tiene tanto marketing en este mundo que gira en torno a lo superficial. De todos modos, ese es otro tema.


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